Cuando se escucha a Yolimar Rojas hablando con tanta energía sobre la importancia de participar en el referendo del tres de diciembre, se confirma que el sentimiento nacional por el rescate de nuestra Guayana Esequiba no tiene más límite que la victoria de Venezuela.
La mano abierta es el símbolo de esta jornada, que explica con peculiar sencillez que hay que votar cinco veces sí en el referendo, para que gane la justicia y la paz, es ésta una campaña llena de color que curiosamente se sintetiza en una verso que todo el mundo canta: “el sol de Venezuela nace en el Esequibo”.
A cada insulto de los imperialistas le respondemos con una canción y con argumentos irrebatibles, ante las amenazas de la Exxon Mobil y sus lacayos levantamos la bandera tricolor de la unidad nacional, y cuando los enemigos de la paz se retuercen de ira, les sacamos una gaita y les decimos: no se equivoquen con nosotros, recuerden que somos los descendientes de Simón Bolívar.
El Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, el gobierno de Guyana y la Exxon, no esperaban que Venezuela Toda les desbarata el plan macabro de pusieron en marcha desde 2015, con la fuerza de nuestra democracia participativa, y con una proposición concreta: retomemos el camino del Acuerdo de Ginebra, que no es otra cosa que resolver el diferendo mediante el diálogo y el respeto al derecho internacional.
La policromía de tan hermosos murales, expresión del arte que anda realengo por las calles, los volantes, las franelas, los afiches que navegan de celular en celular, las hermosas canciones que todos cantan, es como si al Quinteto Contrapunto y a la Serenata Guayanesa le hubieran nacido muchos hijos en estas semanas luminosas.
Del 3 de diciembre de 2023 hablarán las generaciones por venir, cuando derrotaremos a los guerreristas y ladrones, cuando caminen tomadas de la mano la belleza y la soberanía.
