La razón por la cual dentro de cuatro meses y medio el chavismo obtendrá una victoria fulminante es la heroicidad del pueblo, que no se amilana ante las amenazas, que derrotó las invasiones mercenarias, que resiste el terrible impacto de las sanciones económicas, que no se deja manipular por las intensas campañas mediáticas, y por encima de todo: porque enfrenta con coraje a la derecha neoliberal.
Es importante destacar la capacidad desarrollada por el movimiento revolucionario para no dejarle pasar una a los lacayos proimperialistas, y para demostrar que al fascismo se le derrota con más democracia, con la más potente movilización popular, con firmeza en la aplicación de las leyes, y denunciando las fechorías en las que están incursos.
La gente en la calle sabe muy bien que la estabilidad de la República se debe a la acertada conducción del Presidente Nicolás Maduro, que logró preservar la paz, y levantó la bandera que nos dejó el Comandante Chávez: ¡Independencia y Patria Socialista!
La elección del 28 de julio es el momento decisivo de la disputa por el poder político, así lo pauta el texto constitucional, de una parte, están los guarimberos, los responsables del bloqueo económico; y por la otra, el Apóstol de la Paz, quien evitó que este país se hundiera en una guerra civil, con “calma y cordura” y “nervios de acero”.
El imperio levanta falsas acusaciones contra el Jefe del Estado, manipula la controversia por la Guayana Esequiba, y amenazó con romper los acuerdos de flexibilización parcial de las sanciones el 18 de abril, y ante tales agravios, les respondemos: a este pueblo no lo chantajea nadie.
Lo cierto es que Nicolás Maduro es el candidato de la unidad nacional, del Diálogo y del Acuerdo de Caracas, de los 5 Consensos, y es el apóstol de la paz.
