El trapo rojo de “Pomps”.

Por Miguel Ernesto Salazar

A propósito del bicentenario de la intervención de James Monroe en el séptimo mensaje anual al Congreso, el 2 de diciembre de 1823,  en la que lanza la idea de “América para los americanos” y el libro de Mike Pompeo, o “Pomps” (como es conocido por sus socios de la clase 86 de West Point),  “Never Give an Inch”, (Nunca cedas ni una pulgada). Este último libro es uno de muchos que se han publicado en esta carrera por la presidencia de los Estados Unidos, recordemos hace un par de años a John Bolton, ex asesor de Seguridad Nacional del gobierno de Donald Trump, “The Room Where It Happened” (La habitación donde ocurrió) y recientemente el propio Donald Trump Jr., «Triggered: How The Left Thrives on Hate and Wants to Silence Us» (Provocado: cómo la izquierda se alimenta del odio y nos quiere silenciar).

Samuel Huntington, aquel del Choque de las civilizaciones, también acuño una idea enmarcada en tres palabras, “el credo estadounidense” o “norteamericano”, para caracterizar la ideología nacional que ha guiado a la sociedad estadounidense desde los tiempos de “los padres fundadores”. Aquel 2 de diciembre de 1823, desde el pulpito del Congreso gringo, Monroe introduce en el lenguaje de la sociedad estadounidense la idea del deber civilizacional, una especie de llamado espiritual para expandir y velar por un nuevo modelo de democracia, de libertad y de buen gobierno que justifique la conquista imperial. O como lo describe el historiador estadounidense: Richard Hofstadter, “Ha sido nuestro destino como nación no tener ideologías, sino ser una”, quien incluso citando a Ralph Waldo Emerson, poeta estadounidense, del siglo XIX y Abraham Lincoln, presidente 16 de los Estados Unidos, coloca el punto sobre las íes, “volverse norteamericano era un acto religioso, es decir, ideológico”. Incluso, pudiéramos buscar el origen de este credo en la propia Declaración de Independencia de los Estados Unidos; “libertad, igualitarismo, individualismo, populismo y laissez-faire”, convertido en doctrina liberal. 

Desde el triunfo de las fuerzas aliadas, con el protagonismo principal de la Unión Soviética, sobre las fuerzas nazis, se ha extendido durante estos doscientos años por todo el mundo, en especial sobre Nuestra América, versiones cada vez más agresivas de la Doctrina Monroe, no solo en la defensa de los intereses de los Estados Unidos sino en el reemplazo y reordenamiento de los “estados rebeldes”. Expansión que por cierto ha ido de la mano del desarrollo del capitalismo estadounidense.

Aquella máxima del derecho, “suaviter in modo, fortiter in re”, (Suavemente en el modo, fuertemente en la cosa), ha sido empleada por cada inquilino de la Casa Blanca, “Teddy” Roosevelt, el mismo que patento aquello del “Corolario Roosevelt”, que proclamaba el deber y derecho de Estados Unidos de intervenir en los países de nuestra América cuando considerasen que éstos no cumplían sus obligaciones, por ejemplo llego a decir, “habla suavemente y lleva un gran garrote”

Laura Richardson, Comandante del Comando Sur de los Estados Unidos (Southcom), recientemente en una actividad de uno de los centros de pensamiento con vínculos con la OTAN, Atlantic Councilun, se preguntó «¿Por qué es importante América latina?», ante lo que sin tapujos respondió con un inventario de los recursos naturales presentes en la región: litio, agua, oro, petróleo, entre otros que seguramente por razones de tiempo no alcanzó a precisar. Pero La continuidad del “juego” en Latinoamérica y el Caribe, tal como lo señalaba la Comandante del Comando Sur pasa también por mantener también la salud de la economía estadounidense, según las cifras del FMI, la economía de los Estados Unidos desacelerará un 1,4% en 2023,  menos que lo proyectado en el 2022 que se situó en un 2,2% conforme a las subidas de las tasas de interés de la Reserva Federal que actúan sobre la economía. Por cierto que la Secretaria del Tesoro, Janet Yellen en otro acto de sinceridad extrema, advirtió sobre la “catástrofe” que significaría que la deuda de los Estados Unidos toque el techo, para un portal web: AXIOS, señaló que estaba “nerviosa” por el incumplimiento de pago de la deuda de los Estados Unidos y advirtió que a los estadounidenses probablemente enfrentarán una recesión “aterradora” y en espiral si el Congreso gringo no eleva el techo de la deuda. Yellen parece olvidar que China posee un poco más 870.000 millones de dolares en deuda estadounidense.

La entrevista de Richerdoson, parece un capitulo extraído del reciente libro publicado por Mike Pompeo,  donde recopila la esencia del “credo estadounidense”. Solo basta con leer algunos fragmentos de las primeras líneas del libro, entre ellas el epígrafe, una cita de Eisenhower de 1953: “Debemos estar listos para atrevernos con todo por nuestro país. Porque la historia no confía mucho tiempo el cuidado de la libertad al débil o al tímido. Debemos adquirir pericia en la defensa y mostrar resistencia en el propósito. Debemos estar dispuestos, individualmente y como Nación, a aceptar cualquier sacrificio que se requiera de nosotros”. Y unos fragmentos del prefacio escrito por el hijo de Pompeo: “El Gran Experimento Americano comenzó en 1776 (…) Siempre supe que mi padre era un feroz defensor del Gran Experimento Americano y de los principios esenciales sobre los que nuestros Fundadores fijaron el rumbo”.  Es la definición del norteamericano como el garante de la libertad, dispuesto hacer la guerra “y llevar al pueblo a matar a otros y a morir por la patria”, el norteamericano para los Monroe, los padres fundadores, para asnos y elefantes, está obligado a sumarse a un bando, es “Dios contra Satanás; a favor de la moral en contra del mal”

El libro de integrante de la Clase 86, “ex oficial de caballería” y parte de “la mafia de West Point”, director de la CIA y Secretario de Estado durante el inquilinato de Trump, además de mitos y mentiras (Es su profesión- “Yo era el director de la CIA. Mentimos, engañamos y robamos. Teníamos hasta cursos de entrenamiento”), está plagado de citas y referencias religiosas, las mismas que han acompañado durante 200 años a la Doctrina Monroe, uno de ellas da cuenta del porqué del “credo estadounidense”, en una cita a una carta de Kim Hak song, un ciudadano estadounidense apresado en Corea del Norte que Pompeo fue a buscar en el marco de los diálogos entre Estados Unidos y Corea del Norte: “Escuché sus palabras como la voz de Dios. Sí, Estados Unidos no nos ha olvidado. ¡Porque Estados Unidos está del lado de Dios!”. Incluso Hak song, le coloca a Pompeo el remoquete “¡El embajador de Dios!”. Imaginemos entonces según según la narrativa, Donald Trump y los diversos presidentes estadounidenses desde James Monroe han sido una especie de discípulos de Cristo. Imaginemos la pintura famosa de Leonardo da Vinci, “la última cena”, con todos los presidentes estadounidenses instituyendo la eucaristía, esa que se convertiría con los siglos en la esencia de la iglesia católica. En este caso los apóstoles gringos han instituido el derecho divino, su deber civilizatorio, Democracia y Libertad, la esencia de la expansión imperial sustentada bajo “los cimientos judeocristianos”, tal como lo califica Pompeo.

Y en este relato de “Pomps”, la paz es un elemento fundamental para sostener la Democracia y la Libertad, pero cuidado, no nos confundamos, no cualquier paz, es aquella alcanzada con el uso de la fuerza, “La fuerza es un pilar indispensable de la política exterior. Se presenta en muchas formas. Un poder militar y económico superior son herramientas importantes, pero también lo es la pura fuerza de voluntad”. Recordemos en párrafos anteriores de este trabajo a “Teddy” Roosevelt.

Y si quisiéramos seguir escarbando para encontrar el rostro que subyace del imperialismo tras cada página dictada por el integrante de la “mafia de West Point”, este párrafo es un acercamiento preciso para no dejarse engañar con el movimiento del trapo rojo disimulado por Pomps: Estados Unidos es una nación excepcional. Ninguna nación como la nuestra había existido antes de la creación de Estados Unidos, y hasta el día de hoy, ninguna otra lo hace. Nuestro excepcionalismo nace de una comprensión de la fundación de nuestra nación y continúa a través de un compromiso de asegurar la búsqueda de la vida, la libertad y la felicidad. Nuestra administración decidió defender la soberanía de una manera que no se había hecho en muchos años. No evitamos hacer de Estados Unidos Primero el principio de nuestra toma de decisiones, incluso si algunos aliados se molestaron por eso. Tampoco confiamos en “la comunidad internacional” para promover los intereses estadounidenses: los líderes estadounidenses nunca pueden suponer que otros harán su trabajo. Como dijo el presidente Trump en su discurso ante la Asamblea General de la ONU en 2017: “Las naciones soberanas e independientes son el único vehículo en el que la libertad ha sobrevivido, la democracia ha perdurado o la paz ha prosperado. Y por eso debemos proteger nuestra soberanía y nuestra preciada independencia por encima de todo”. Defender la soberanía estadounidense también beneficia a otras naciones. Un Estados Unidos próspero, sólido y seguro, tanto físicamente seguro como confiado en su lugar en el mundo, mejora la vida de las personas en todas partes. Una América que es poderosa, pero humilde y restringida, impulsa al mundo hacia una mayor prosperidad y una mayor dignidad para cada ser humano. Nunca me disculparé por nuestra historia, tampoco olvidaré jamás que nuestra república, si podemos conservarla, es frágil. Garantizamos su continuidad sólo poniendo nuestra confianza en las palabras de nuestros documentos fundacionales, no en el pabulum globalista. Priorizar la soberanía estadounidense no significa, por definición, renunciar a amistades y alianzas, pero si actuar solo es lo mejor para nuestro pueblo, que así sea.”

Incluso “Pomps”, hace otra referencia importante sobre el “sacro” pensamiento estadounidense al precisar un discurso suyo ante el Instituto Claremont en 2019, que según el propio Pompeo define la política exterior de America First. “Los Fundadores -citando- a Alexander Hamilton, el primer Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, señala: «A juzgar por la historia de la humanidad, nos veremos obligados a concluir que las pasiones ardientes y destructivas de la guerra reinan en el pecho humano con una influencia mucho más poderosa que los sentimientos apacibles y beneficiosos de la paz (…) Los fundadores sabían que el mundo es un lugar mezquino y desagradable”. Y termina afirmando Pomps, “Y reiteré cómo los Fundadores conocían el poder del ejemplo estadounidense para producir transformación en otras naciones: “Como la primera nación de su tipo, el mundo vería a Estados Unidos como un modelo de autogobierno y libertad”.

“El credo estadounidense”, desde Monroe, ha tenido siempre su libro apócrifo, Venezuela es un versículo especial y como tal no puede faltar en las aventuras de “Pomps”. Desde Bolívar hasta en pleno siglo XXI, los padres fundadores, los que llevan el portaestandarte de su legado, no perdonan entre otras muchas cosas que Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco convocase al Congreso Anfictiónico de Panamá, como tampoco han perdonado que Hugo Rafael ChávezFrías  le torciera la suerte al ALCA en Mar del Plata. Dicta “Pomps”, “en el espíritu de la Doctrina Monroe, no debemos permitir que China, Rusia e Irán interfieran en los sistemas de las naciones soberanas (…) Recuperamos la esencia de la Doctrina Monroe bajo el presidente Trump”. Y más adelante con ardor, herido y con el espíritu apretujado, señala: “Irán ha utilizado a Venezuela como punto de transbordo de metales y minerales para su programa nuclear, y el IRGC ha convertido al país en su principal centro mundial en el extranjero. China ha invertido $ 67 mil millones en el país, un salvavidas económico para el régimen, y ayudó a Venezuela a ganar un asiento en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Los ejércitos ruso y venezolano se han entrenado juntos, y Rusia es la principal fuente de armas de los militares venezolanos”. El “credo estadounidense en su máxima expresión. América para los americanos en su genuina tinta. Y ya casi en modo berrinche, “Pomps” llega a exclamar, “En la administración Trump, no podíamos tolerar que una nación a solo 1,400 millas de Florida extendiera el tapete de bienvenida para Rusia, China, Irán, Cuba y los cárteles en una violación de la Doctrina Monroe del siglo XXI”. Pero no solo es Mike Pompeo como Secretario de Estado del inquilinato de Trump, es también Obama con su decreto definiendo a Venezuela como una “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos de América”. Son asnos y elefantes aferrados a Monroe, al “credo estadounidense”.

“Paralizamos la capacidad del régimen de Maduro para exportar sus principales fuentes de dinero, el petróleo y el oro, mientras nos aseguramos de que activos importantes como Citgo, propiedad de la compañía petrolera estatal de Venezuela,…”, no se confunda esta cita con la entrevista a Laura Richardson, Jefa del Comando Sur, es, insisto, parte del llamado bíblico a salvar a la humanidad. Pero ni lo “más de mil millones de dólares en ayuda humanitaria de los Estados Unidos durante la administración Trump” que confiesa “Pomps” y negados por el nobel opositor Yon Goicochea, han torcido la idea principal de Bolívar, Martí, Chávez y Fidel, la de América Latina y el Caribe, libre y soberana.

Finalmente, mi amigo Gregorio Pérez Almeida, el profesor Goyo, utilizó una frase para distinguir al  “El credo estadounidense” de “Pomps” en el marco de los 200 años de la Doctrina Monroe: “en los Estados Unidos el pasado es siempre presente”. No dejarse deslumbrar por el contenido de libros como el Mike Pompeo y tantos otros que narran sus aventuras en cargos que gravitan sobre el poder político, militar y económico de los Estados Unidos, convirtiéndose en “trapos rojos” que oculta el estoque para rematar la faena. “En política exterior, nada es más contraproducente para la paz y la seguridad que el apaciguamiento”, a confesión de parte relevo de pruebas.  

“No se puede confiar en el imperialismo ni tantito así, nada”.

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