Geopolítica de las pandemias (Parte II) – Introducción: Venezuela, la Reelección Gringa y la Guerra Fría EEUU – China

Por Omar Hassaan

Introducción

Cómo habíamos señalado en la primera parte del documento actual, es importante abordar el caso venezolano y las amenazas que sufre ese país suramericano por parte de Estados Unidos y sus seguidores, amenazas que naturalmente ya tienen varios años en existencia, pero que cobran nuevas dimensiones y sufren ciertas modificaciones (o intensificaciones) a raíz de la Pandemia del COVID-19 y el desplome del mercado energético mundial.

Ahora bien, lo que proponemos para esta sección se mantiene dentro del marco de lo que podemos señalar como “la geopolítica de las pandemias”, lo que implica el estudio de las relaciones orgánicas e intrínsecas entre la geopolítica del sistema internacional y la expansión de una epidemia a nivel global, y cómo la geopolítica posee implicaciones para la expansión de la pandemia, y cómo esta última puede dictar y/o modificar los procesos que existieron en la geopolítica global, antes del surgimiento de la pandemia.

Nuestro análisis no requiere de una exploración minuciosa de las relaciones y configuraciones del poder dentro de la República Bolivariana de Venezuela. No es vital explorar detalladamente a figuras como la moldeada por el gobierno gringo – el “treparejas” de la Asamblea Nacional – o el resto de las fuerzas opositoras del país, y el chavismo y sus seguidores, tanto en las calles como en las instituciones públicas. Aunque estos elementos pueden exponer más detalles de las dinámicas internas, las agresiones contra la República Bolivariana y su gobierno actual provienen desde el exterior, desde una fuente bastante específica, pero que a la vez posee la capacidad de activar múltiples fuentes secundarias para lograr sus objetivos anunciados.

Obviamente, nos referimos al gobierno estadounidense. Nunca estaríamos sugiriendo que la política interna de un país y sus configuraciones no son importantes para determinar las dinámicas regionales e internacionales, pero en este caso en particular, es menester tomar en consideración el verdadero peso de los actores internos, y no el que ellos u otros pretenden otorgarle a estos, en el marco de un proceso que obviamente se encuentra ligado a los vaivenes y cambios bruscos de la dinámica internacional. Sobredimensionar la importancia del Señor de la Asamblea Nacional o el resto de sus colaboradores, implicaría negar el carácter netamente extra-regional de la agresión contra Venezuela, y la identificación de sus verdaderos autores y articuladores.

Por la razón recién señalada, es que nuestra compresión adecuada y precisa sobre las agresiones contra Venezuela en la coyuntura actual no surge necesariamente de las lógicas de la política interna de los actores en Venezuela, sino de la compleja dinámica de la geopolítica global, la cual atraviesa en la actualidad por un proceso de expansión pandémica bastante agresiva. Muchos de los actores locales – incluso hasta los regionales – son meros elementos secundarios, y por lo general suelen responder y cumplir, en vez de actuar y decidir, por lo cual su contribución a nuestra comprensión de lo que sucede en Venezuela pudiera incluso hasta desviar nuestra atención lejos de donde se articula y se construye la agresión, y lejos de los otros actores internacionales que hacen lo posible para desarticular estas agresiones, como Rusia, la China, y países que apoyan a Venezuela como Irán y Turquía.

Por eso, nuestro análisis debe enfocarse en los elementos decisivos de la ecuación venezolana, los cuales irónicamente quedan fuera del sistema nacional del país suramericano: las realidades internas de Estados Unidos. La coyuntura actual del Jefe de Estado estadounidense, profundamente supremacista, se encuentra repleta de elementos determinantes para nuestro análisis.

En primer lugar, nos encontramos en un año electoral, y el Señor indicado acaba de sobrevivir un proceso de “impeachment”, solo a raíz de la solidaridad partidista (y ninguna otra razón). Igualmente se encuentra en el medio de una guerra geopolítica y comercial cruenta contra la China y Rusia, el colapso de la industria energética (especialmente la del esquisto) y la expansión de una pandemia con serias consecuencias para toda la humanidad. En pocas palabras, esta segunda parte será un ejercicio de contextualización, con la finalidad de explicar y hacer comprender varios procesos sociohistóricos y geopolíticos, los cuales tienen un impacto directo sobre la población de un Estado suramericano: La República Bolivariana de Venezuela.    

Los Recientes Sucesos en la Venezuela Bolivariana

El Presidente Nicolás Maduro informó el 24 de marzo de 2020 que el día anterior fue capturado una persona «con un arsenal de armas» y «equipos tácticos de guerra», relacionada con planes de «causar caos y violencia en el país». La persona responde al nombre de Jorge Alberto Molinares Duque. El jefe de Estado señaló que fue capturada por la Policía Nacional de Colombia en la carretera de Barranquilla a Riohacha, ambas ciudades colombianas. La persona declaró que iba a entregar las armas a alguien llamado «alias Pantera». Indicó que hay un núcleo terrorista «que se entrena en Riohacha, en Barranquilla, que está obteniendo armas y que va a atacar Venezuela en cualquier momento». Molinares, de 60 años, fue capturado por la policía colombiana con un arsenal bélico que incluye 26 fusiles de asalto AR-15, calibre 5.65mm. El sujeto debía entregar el armamento y demás equipos de guerra al alias “Pantera”. Reveló que le había sido entregado por una mujer llamada Yasid Álvarez, en la capital del Departamento del Atlántico.

El Presidente Maduro ya había denunciado anteriormente que «desde EEUU se ha activado un plan loco para la desestabilización y un golpe de Estado, ¡y lo anunciaron por The Washington Post, El Nuevo Herald!», e instruyó a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a que esté «preparada para garantizar la paz. ¡Listos para el combate, si tuviéramos que combatir! Porque el imperialismo cree que llegó el momento de descuadernar a Venezuela». Ese día, el diario El Nuevo Herald publicó un artículo titulado «¿Podría el coronavirus propiciar un golpe de estado en Venezuela?», sugiriendo que una crisis social por el Covid-19 podría ser el detonante de un golpe de estado militar.

Seguidamente, a penas dos días después, el fiscal general de Estados Unidos, William Barr, anunció el 26 de marzo la presentación de cargos criminales por narcotráfico y lavado de dinero contra el Presidente Nicolás Maduro. Además del Presidente, quien ya contaba con varias “sanciones” previas, Barr también anunció cargos contra otras autoridades venezolanas.

Los medios internacionales como la BBC informan que la medida supone profundizar la presión de Washington para forzar la salida del poder del Presidente Maduro, al que califica como gobernante «ilegítimo» y «dictador» y al que ahora considera también como líder de un cartel de drogas en colaboración con la antigua Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

El gobierno gringo señaló que el ministro y vicepresidente Tareck El Aissami también fue acusado de evadir las sanciones impuestas en febrero de 2017 al contratar empresas estadounidenses para reservar vuelos privados y de violar la Ley de Designación de Cabecillas Extranjeros del Narcotráfico. El Departamento de Justicia de Estados Unidos acusa en concreto a Maduro, entre otros cargos, de haber recibido US$5 millones por parte de las FARC en 2006 cuando era canciller en el gobierno del Presidente Hugo Chávez. El fiscal general Barr no quiso confirmar si es la primera acción de este tipo en la historia contra un gobernante. «No reconocemos a Maduro como presidente de Venezuela, pero esto ya pasó con Noriega, a quien tampoco reconocíamos».

Estados Unidos considera que existe una «conspiración para el narcoterrorismo» entre el llamado cartel de Los Soles, formado supuestamente por autoridades venezolanas y “liderado” por el Presidente Maduro, y las FARC, desde 1999 y hasta ahora. Alegre coincidencia, tendremos que asumir, que desde entonces, y solamente el día después que cayeron las armas de guerra que estaban a punto de entrar a Venezuela, fue que Estados Unidos decidió actuar sobre la llamada «conspiración para el narcoterrorismo», con un leve retraso de veintiún años nada más. Es de notar que los gringos han ofrecido una recompensa de 15 millones de dólares por cualquier información que lleve a la captura del Presidente Maduro. Los medios citan al señor Barr:

El régimen de Venezuela, que estuvo (no se entiende ¿por qué “estuvo”?) liderado por Nicolás Maduro, sigue infectado por la criminalidad y la corrupción. Durante más de 20 años Maduro y un alto número de aliados conspiraron con las FARC provocando que toneladas de cocaína entraran y devastaran comunidades estadounidenses. Expresamente quisieron inundar Estados Unidos con cocaína para socavar la salud y el bienestar de nuestro país.

Seguidamente, el Señor Trump ordenó el 1 de abril «duplicar» el número de barcos militares y de soldados en las costas de Sudamérica para “luchar” contra el tráfico de drogas en el océano Pacífico y el mar del Caribe, lo que incluye Venezuela y México. Los medios gringos informan que el objetivo de la operación son los cárteles mexicanos y el círculo cercano al Presidente Nicolás Maduro. El secretario de Defensa del Señor Trump, Mark Esper, indicó que «el régimen ilegítimo de Maduro en Venezuela confía en los beneficios que le llegan de la venta de droga para mantener su poder opresor».

Seguidamente, el 1 de abril, el ministro de Defensa Vladimir Padrino López denunció el hundimiento de una embarcación de la Armada venezolana por parte de un buque identificado inicialmente como de turistas, de 122 metros de largo, llamado “Resolute”. Es de notar que el buque es ocho veces más pesado que la nave de la Armada bolivariana.

Al llegar el barco a las aguas jurisdiccionales de Venezuela –  a apenas 7 millas de la isla de La Tortuga – se activó el Comando Estratégico Operacional y zarpó un buque de guardacostas “Naiguatá” (GC-23) de la Armada bolivariana. El guardacostas venezolano interceptó al buque de “turistas” de bandera portuguesa, hace el llamado, cumple el protocolo y lo conmina a ir al puerto de Margarita. Este procedimiento lo acató el buque inicialmente, pero cuando va escoltándolo, el buque decide embestir al barco guardacostas de la Armada bolivariana, provocando su hundimiento.

La acción del buque Resolute incumple la normativa internacional que regula el salvamento de la vida en la mar, ya que no asistió al rescate de los tripulantes. La tripulación fue localizada por el dispositivo de búsqueda y salvamento a 30 millas de Cabo Codera, en el estado Miranda. El Resoulte, luego de la agresión, se refugió en Curazao.

Los acontecimientos no cesan ahí, más bien se extienden a invasiones de mercenarios contra Venezuela y declaraciones prematuras de “victoria” por parte del Señor Pompeo, pero estos detalles los dejamos para una de las últimas secciones del documento actual. Por los momentos, tenemos suficientes insumos como para empezar a analizar la problemática venezolana.

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