El Socialismo de las cosas y las casas más sencillas en la idea de Fruto Vivas.

Por Miguel E. Salazar

Este martes 23 de agosto de 2022, amaneció Caracas entre el ruido de los carros y las guacamayas que alzan su vuelo sobre la ciudad de cemento, con la noticia de la irreparable pérdida de Fruto Vivas, casi de manera automática la mirada se dirige al urbanismo Santa Rosa, en la avenida Libertador, una de sus últimas grandes obras y sobre la cual deposito todos sus sueños.

Fruto Vivas, un revolucionario íntegro y ejemplar, no solo lo abrazó el lápiz que dibujo cada una de sus obras arquitectónicas en su taller enclavado en Los Palos Grandes, entre esos bocetos se levanto en la década de los 60, un espacio en San Pedro de Los Altos conocido como El Garabato, que fabricó armas para la Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, entre ellas figura la ametralladora “Livia 9”. El arquitecto también daba paso al filósofo, a la idea más allá del boceto, porque Fruto Vivas fue un hombre de ideas y no cualquiera, de esas ideas que cuestan la vida.

Las casas más sencillas, parafraseando al poeta Aquiles Nazoa, con aquellos de las cosas más sencillas, es un buen ejemplo para buscar en el pensamiento de Fruto Vivas, su idea de socialismo. Los poderes creadores del pueblo eran parte permanente de su creación. “Aprender cómo se hace una vela y por qué alumbra, ¿Por qué el agua se convierte en burbujas, y cómo están hechas? ¿Por qué la plancha, plancha? ¿Qué hace salado al mar?”, mostrar la sencillez de la raíz de las cosas. ¿Y si nos hacemos a la idea que el socialismo se construye desde las cosas y casas más sencillas?

“El espíritu solidario es el camino que deben seguir todas las comunidades para salir de la pobreza”, señalaba Fruto en el prologo de este libro, “Las Casas Más Sencillas”, indicando además que “rescatar la herencia cultural de las formas de asociación”, aniquiladas estas durante el proceso de colonización. “Las comunidades tradicionales tenían muchas formas de cooperación (…) Además de amor social, se necesita también  amor por la naturaleza”, indicaba Fruto para señalarnos el papel que por ejemplo tenía el reciclaje para la edificación de una ciudad de nuevo tipo. Defensor de la ecología, no como un ambientalista pasivo, sus obras rendían culto a la naturaleza, sus casas, más allá de una vivienda, debían estar enmarcadas dentro del respeto a la ecología, ARBOLES PARA VIVIR, era más que un lema,  “Es necesario que las casas tengan techos verdes. Yo planteo huertos. Los árboles producen comida, producen clima y producen oxígeno”. La crisis planetaria nos obliga a asumir la defensa de la esencia de la naturaleza en su conjunto, un precepto irrenunciable pa´ Fruto Vivas.  

En la idea de Fruto Vivas, no hay construcción socialista sin el hecho tecnológico, y miremos el ejemplo más sencillo que ilustra Fruto vivas para señalarnos su concepto de “la tecnología de la necesidad”, definiéndola como un conjunto de técnicas. Fruto acude al maestro Don Luis Zambrano, el constructor de sueños, tal y como él lo interpreta: “Su educación formal se reducía solo al cuarto grado de instrucción primaria. Pero ni su origen, ni su instrucción fueron un obstáculo para dedicarle toda su vida a la creación de una avanzada tecnológica. Desde muy niño hizo sus propias turbinas de juguete. Después las adaptó para producir electricidad. Con chatarra reciclada, construyo sus pequeñas centrales hidroeléctricas. Con sus turbinas llevó la luz a los pueblos y las haciendas de las montañas, así se adelantó en muchos años a la llegada de la electricidad, de las grandes empresas, a los pueblos de los Andes”.       

Para Fruto Vivas, la vivienda traspasaba el concepto de hábitat, la casa, era el lugar para el encuentro con lo productivo, “rescatemos todos los valores ancestrales para que cada vivienda sea una unidad productiva, creadora de riqueza social. La eco-vivienda es una unidad de producción. Debe ser capaz de proveer las necesidades sus habitantes”. Y la primera prioridad en la idea de este hacedor de sueños era la necesidad de producir alimentos. Que no quedara ningún rincón sin sembrar era su aspiración máxima. El otro concepto de Fruto para edificar nuevas ciudades, era el asociado con las energías alternativas, “se puede producir energías alternativas y crear bases autosustentables en todos los barrios”; “también se pueden aprovechar las bondades del sol, de la lluvia y del viento”, para producir energías limpias indicaba sin temor el viejo militante del PRV, “el que intenta lo absurdo conquista lo imposible”, era una máxima en su vida. Y el socialismo en esta época donde las grandes potencias reivindican y recrean la Guerra Fría para imponer su visión capitalista del mundo, es donde el socialismo se convierte en el intento absurdo que hay que conquistar.

Organizar a la población en estructuras sociales de producción, con un rol autogestionario, donde el Estado como el nuestro que va en tránsito al socialismo debe estar consciente de este valor autogestionario en nuestras comunidades, para Fruto es posible en su idea, “es posible dar este gran salto”. Pero para ello, Fruto reivindicaba una de las máximas del proyecto revolucionario que se levanta en Venezuela a partir de la Democracia Protagónica y Participativa, “es prioritario que las comunidades adquieran madurez y las habilidades para establecer sus prioridades y administrar sus propios recursos. Si este modelo de desarrollo se mantiene y continúa, los barrios podrán construir sus propias viviendas, escuelas, mercados y parques”.  Lo primero nos insiste Fruto Vivas, para el transito al socialismo es desarrollar la organización popular y su capacidad autogestionaria.

“Asumir la forma autogestionaria de desarrollo es hacerse dueño del propio destino”, es el momento cumbre en la idea socialista de Fruto Vivas, “lo que supone crear y el hacer a Dios presente…”

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