¿Qué hacer para detener el genocidio israelita en Palestina? (SUBSCRIBE EL DOCUMENTO)

Por Equipo Servir al Pueblo

Petición pública al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, ciudadano Nicolás Maduro Moros.

Apreciado y respetado compatriota, nos dirigimos a usted en su condición de máximo líder de la Revolución Bolivariana y principal responsable de la política internacional de nuestra nación, para proponerle una acción urgente ante el genocidio continuado del pueblo palestino que comete el Estado sionista de Israel desde hace 75 años y que se ha intensificado cruelmente en las últimas semanas de octubre del presente año.

¿Qué hacer que ya no se haya hecho para detener lo que el Derecho Internacional de los Derechos Humanos califica como “crimen de lesa humanidad” o “genocidio”?

Obviemos la semántica diplomática o académica que diferencia ambos términos, porque se trata, en primera y última instancia, de la masacre inmisericorde de un pueblo a la vista del mundo.

¿Qué no se ha hecho en setenta y cinco años desde la ONU?

¿Aprobar nuevas resoluciones contra Israel o para proteger al pueblo palestino, si ya suman más de trescientas que han sido desconocidas? ¿Romper relaciones diplomáticas con el Estado de Israel? ¿Intentar boicotear su economía y las relaciones comerciales y culturales con el resto del mundo, cuando desde 2005 existe el Boicot, Desinversiones y Sanciones contra Israel como iniciativa institucional?

Israel es un engendro entre el supremacismo judeosionista y la derecha supremacista cristiana estadounidense y heredó de ésta el derecho divino al “excepcionalismo” que caracteriza al pueblo norteamericano, por ello no cumplen ninguno de los términos del Derecho Internacional, ni público ni privado. Ambos son Estados dispuestos a cumplir un “destino manifiesto” que supuesta, y muy discrecionalmente, recibieron de un dios imaginado a la medida de sus intereses.

De manera, apreciado y respetado Presidente, que estamos ante una expresión supremacista del poder político y económico occidental que ha hecho y hará todo lo necesario para mantener su dominio sobre el mundo y con especial urgencia del Oriente Medio, ahora que se sabe derrotado en Ucrania, es decir, en Eurasia, por las fuerzas militares de la Federación Rusa.

¿Qué hacer que no se haya hecho? El poder interestatal mundial después de 1945 fue creado a voluntad de Estados Unidos secundado por Inglaterra y recibió el nombre eufemístico de Organización de Naciones Unidas, desde entonces, la ONU es un cuerpo colegiado autosuficiente, verticalmente administrado que lo hace refractario a las acciones originadas en iniciativas externas, nada la conmueve, porque el Consejo de Seguridad es su “cancerbero”. Es, en palabras simples del Comandante Chávez, la “casa del diablo y por eso huele a azufre”.

En vista de esta realidad que brevemente hemos descrito, nuestra propuesta consiste en llevar el conflicto al seno de la ONU, sede del poder imperialista mundial, que se extiende como una red que distribuye privilegios, premios y castigos a discreción del hegemón estadounidense.

El primer paso sería retirar la candidatura para ingresar como miembro del Consejo de Derechos Humanos, en el período 2023-2025, reafirmando y respaldando la decisión del Director de la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos, Sr. Craig Mokhiner, quien renunció a su cargo esgrimiendo unas razones que son parte de los argumentos que justifican nuestra propuesta:

Escribo en un momento de gran angustia para el mundo, incluso para muchos de nuestros colegas. Una vez más, estamos viendo un genocidio que se desarrolla ante nuestros ojos, y la Organización a la que servimos parece impotente para detenerlo”.

“La ONU ha fallado en su cometido de prevenir las atrocidades masivas, proteger la población más vulnerable y hacer que los responsables rindan cuentas”.

Se trata de una acción que si bien no detendrá las agresiones genocidas de Israel, por lo menos romperá la tranquilidad en la que vive la “familia onuista” en la casa que el imperialismo estadounidense construyó para resguardar sus intereses tras la fachada de la “unión de las naciones por un mundo basado en el respeto mutuo y la paz”.

Nuestra decisión sería el punto de partida para la renuncia al Consejo de Derechos Humanos de los países del Grupo 77 + China que tengan representación en él, o que hayan propuesto su candidatura para ingresar como miembros. Quizá, por la diversidad de este grupo, no todos responderán al llamado de Venezuela, pero estamos seguros de que será otra lección de dignidad revolucionaria que nuestro país dicta en dicha organización.

Caracas, noviembre de 2023.


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