Por Roy Daza – Diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV.
La lucha frontal contra la corrupción es un hecho que pone de manifiesto la fortaleza política del Presidente Nicolás Maduro, del Partido Socialista Unido de Venezuela, y el alto grado de conciencia del pueblo.
En ningún caso, ni el nihilismo filosófico ni la ambigüedad política son útiles a los propósitos de un proyecto revolucionario, es por ello que frente a la corrupción no hay “medias tintas”, y quienes en algún momento acompañaron al proceso de cambios, pero luego incurrieron en actos de corrupción, sencillamente, optaron por el barranco de la ignominia, les toca, entonces, asumir su responsabilidad.
La derecha que siempre anda a la caza de una “oportunidad” se desboca y se confunde, su oportunismo no tiene margen de comparación, y no se da cuenta que la lucha contra la corrupción es un mandato del pueblo, que el Presidente Maduro asume con indeclinable fortaleza, y es por ello que cuenta con el respaldo de la nación.
La gente sencilla, la gente que vive de su trabajo, que se faja todos los días a buscar el sustento de su familia, sabe que cuenta con su Gobierno, -a la calladita-, denuncia los robos de los bienes públicos, aprendió a intuir las tropelías de los pillos, percibe cuando la corrupción anda por ahí, horadando al esfuerzo de “echar pa’lante” en medio de las sanciones económicas.
Las asambleas de las UBCH que se han realizado en todo el país aportan ideas que pueden sintetizarse en: una correcta evaluación de quienes ocupan cargos públicos, erradicar el amiguismo y los padrinazgos, hacer contraloría en todas las instituciones, rescatar los bienes sustraídos por los corruptos, y ¡Mano dura! ¡Caiga quien caiga!
Tal como lo dijo el Che Guevara desde la Sierra Maestra: “la mejor política es la política de principios”.
