Los honestos somos más.

Por Miguel Ernesto Salazar

Taguaras, bares y botiquines eran lugares visitados por toda clase de personas en una época donde la rockola era el fiel acompañante para quitar el desamor, la traición o matar a la nostalgia. Pobres o ricos, borrachitos, doctores, empleados públicos, despechados o no, frecuentaban estos sitios no sólo para acariciar el sabor de una fría sino para disfrutar un rato de aquellas canciones que en discos de formato 45 rpm colocaban el corazón al descubierto.

“Cuando más seguro estaba/Me diste en el alma/El golpe traidor/Por lo que hiciste conmigo/Tendrás tu castigo/Lo juro por dios…”, un bolero que lleva por nombre “El Golpe Traidor” o “Nuestro Juramento”, “No puedo verte triste porque me mata/tu carita de pena, mi dulce amor…” ambos de Julio Jaramillo, 305-B o la 310-B y se disparaba la ráfaga maldiciones ante el desamor o el desengaño que marcaba la traición mientras desde la barra del Club del Telegrafista el portu enviaba las frías, mátame guayabo que el amor no pudo era el grito de dolor que estremecía aquel local.

Slavoj Zizek un filósofo marxista dice que no nos enamoramos de las personas sino de la imagen perfecta que construimos de ellas. ¿Cuál Revolución no hemos idealizado que la corrupción tiene al pueblo enguayabado? Recientemente el Fiscal General en es su cuenta de tuiter hacia un balance de la lucha contra la corrupción: “… en las Últimas 72 horas #OPERACION #AntiCorrupción el @MinpublicoVEN ha solicitado en la 1) TRAMA #PdvsaCripto 53 órdenes de aprehensión y 99 allanamiento a nivel nacional 2) TRAMA #CVG 13 órdenes de aprehensión y 48 allanamiento a nivel nacional… 3) TRAMA #CartonVenz 3 órdenes de aprehensión y 7 allanamiento a nivel nacional 4) TRAMA #PoderJudicial 6 órdenes de aprehensión y 6 allanamientos 5) TRAMA #AlcaldiaTeneria 1 orden de aprehensión y 1 allanamiento.” Estos hechos se han convertido sin que aun veamos todas sus consecuencias sobre la sociedad venezolana y la base del Chavismo, especialmente, es un guayabo que trae como peligro inmediato, la desmovilización y la desconfianza de quienes apuestan a un país distinto al que se conoció en la cuarta república. Recordemos también lo que la oposición venezolana con Juan Guaidó a la cabeza ha sustraído de las arcas del Estado; Monómeros y Citgo, por citar solo dos ejemplos. La agencia Reuters, reseñaba que de acuerdo a cifras difundidas por la fulana junta ad hoc del Banco Central de Venezuela (BCV), designada por Guaidó y su equipo, que estos han manejado una cuenta en la Reserva Federal de Nueva York, con una suma inicial de 341 millones dólares, recordemos también que un vocero del Departamento de Estado informo que la oposición ha recibido “US$2.700 millones” para luchar por la “democracia y la libertad”. Así que podemos imaginarnos que el guayabo en el seno del pueblo es corta venas.

En el libro, “Amor sin piedad, por una política de la verdad”, Zizek, sobre la obre de Lenin señala: “Es significativo que la obra en la cual la singular voz de Lenin se oyó por primera vez sea ¿Qué hacer? […] en el sentido de descartar todo compromiso oportunista, de adoptar la posición radical inequívoca sólo desde la cual es posible intervenir de una forma tal que nuestra intervención cambie las coordenadas de la situación.” En estas líneas pudiera estar la clave para enfrentar el desamor o el guayabo provocado por la traición de personas vinculadas al Chavismo, por una parte, y por aquellos apátridas que sin haber posicionarse del poder han utilizado otros mecanismos distintos a los establecidos en el orden constitucional para entregar activos venezolanos a potencias extranjeras. Hay quienes atajan la melancolía producida por el guayabo con aquello de “un clavo saca a otro clavo”, otros aplican el látigo de la indiferencia y otros tantos sumergen el guayabo en el alcohol. Pero Zizek nos coloca un camino diferente, nos llama a profundizar la Revolución.

¿Qué fue la movilización cívico-militar el 13 de abril sino la radicalización máxima de la acción revolucionaria en defensa del proyecto Bolivariano que arrastraba consigo la transformación de la sociedad venezolana? ¿Cómo derrotar la corrupción sino es bajo el signo máximo del espíritu del 13 abril contraponiéndole la honestidad como una manera de hacer política?

El 13 de abril de 2002, no hubo orden de operaciones impartidas a las masas populares que tomaron las calles como el campo de batalla para el retorno al poder. Ni se trató tampoco de un acto espontaneo sino la concreción en el momento oportuno de la conciencia popular sobre la conceptualización del Poder en manos de los que por décadas estuvieron marginado del hecho democrático. ¿Si el 13 de abril fue representado por el anhelo del pueblo venezolano en devolver al Comandante Hugo Chávez al lugar logrado por la vía electoral, sobre cuál anhelo sitúa esta vez el pueblo para proyectar la Revolución hacia el futuro?  «Frente a los antivalores de la mezquindad, del egoísmo, de la corrupción y de la ambición nosotros tenemos que construir poderosos valores de la honestidad, de la transparencia, los verdaderos valores del amor por la Patria», señalaba recientemente el Presidente Nicolás Maduro para contextualizar la lucha por librar ante un momento de “sobrevivencia de nuestra patria”, frente a los antivalores de la corrupción, de mezquindad, el egoísmo y la ambición personal, elementos propios del sistema capitalista imperante en Venezuela para contraponerle valores propios del socialismo, entre ellos la honestidad para una Venezuela del Siglo XXI. Hace algunas semanas, Maduro lo entendía y le proponía al colectivo venezolano, “un verdadero revolucionario lo caracteriza la sensibilidad, el humanismo y, sobre todo, la honestidad. Hoy más que nunca nuestro accionar debe estar guiado por la espiritualidad. ¡Ética y moral en alto! ¡Derrotemos los antivalores!”.  La honestidad entendida no solo como práctica política sino como bien común de la sociedad.

De aquí que deba desprenderse entonces una campaña de guerra a muerte contra un enemigo invisible que carcome por dentro a la sociedad y que es utilizada como otra carta que esta sobre la mesa por parte de quienes están desde la Casa Blanca perfilando estrategias para aniquilar a la Revolución Bolivariana. Ya en el último artículo de “Descifrando en Rojo y Negro” publicado en puebloenarmas.com, señalamos: “Por supuesto que más de 3 .000 millones de dólares robados a la nación generan arrechera para no adornar la rabia que el venezolano de a pie manifiesta en cualquier espacio, ese mismo que con sacrificio supera día a día la arremetida especulativa, pero pensar que esto solo se trata de un grupo de personas que amasan fortunas y acumulan capital a través de la corrupción aprovechándose de la renta petrolera para darse la gran vida es mirar solo un pequeño espacio de lo que verdaderamente está detrás de un puñado de corruptos. Nosotros estamos convencidos que esto es  tan solo una de las aristas de un plan dirigido desde Washington para aniquilar el Proyecto Bolivariano. Así como estamos convencidos que Rafael Ramírez, expresidente de PDVSA no ha actuado a modus propio.”

Pero convertir el valor de la honestidad como bien común de las y los venezolanos no es un asunto solo de decretos y leyes, no es solo establecer justicia para imponernos sobre la impunidad. No se trata además del esfuerzo de un solo hombre sobre los molinos de viento, en este caso del Presidente Nicolás Maduro contra los antivalores, se trata de un esfuerzo colectivo por desterrar de nuestro ADN; el “cuanto hay pa’ eso” o del “a mí no me den, pónganme donde haya”. No solo es hacer frente a los Guaidó o a los Hugbe, es hacer frente también al gestor, al especulador, al acaparador y a todo aquel que se ampare en atajos para lucrarse a costa del sacrificio y del trabajo ajeno. A la honestidad debe acompañársela de un buen gobierno, de transparencia, de buenos burócratas en tránsito hacia el servidor público, de una cultura política distinta y del control sobre la cosa pública y comunal.

¿Olvidamos acaso que dentro de las leyes del Poder Popular nos hemos dado la Ley Orgánica de Contraloría Social? Recordemos como define la Ley a la Contraloría Social: “La contraloría social, sobre la base del principio constitucional de la corresponsabilidad, es una función compartida entre las instancias del Poder Público y los ciudadanos, ciudadanas y las organizaciones del Poder Popular, para garantizar que la inversión pública se realice de manera transparente y eficiente en beneficio de los intereses de la sociedad, y que las actividades del sector privado no afecten los intereses colectivos o sociales.” No olvidemos o ni nos hagamos los pendejos, es una “función compartida”, es un esfuerzo marcado por la corresponsabilidad, es el ejercicio pleno de la democracia protagónica y participativa.

Augusto Mijares escribió hace décadas “Lo afirmativo venezolano”, citado por el Comandante Chávez en más de una ocasión, prestemos atención a este fragmento de la obra de Mijares: “Pero la verdad es que, aun en los peores momentos de nuestras crisis políticas, no se perdieron totalmente aquellos propósitos de honradez, abnegación, decoro ciudadano y sincero anhelo de trabajar para la patria. Aun en las épocas más funestas puede observarse cómo en el fondo del negro cuadro aparecen, bien en forma de rebeldía, bien convertidas en silencioso y empecinado trabajo, aquellas virtudes. Figuras siniestras o grotescas se agitan ante las candilejas y acaparan la atención pública; pero siempre un mártir, un héroe o un pensador iluminan el fondo y dejan para la posteridad su testimonio de bondad, de desinterés y de justicia”. Es el colectivo venezolano levantando el farol que ilumine el camino de la dignidad por encima de las roscas mafiosas y los apátridas entreguistas que se juntan para colocar a la patria en la oscuridad.

Mijares nos recuerda aquella otra idea de José Martí publicada en la “Edad de Oro”, sobre quienes recae la responsabilidad de estar al frente de una cruzada como está a los que nos convoca el Presidente Maduro: “Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana.” Nuevamente es la rebeldía del hombre y la mujer venezolano sobre aquellos que nunca tuvieron en el decoro que posee la inmensa mayoría de las y los venezolanos. Los honestos somos más.

La corrupción nos arrebata a la Revolución, el decoro de muchos hombres y mujeres es el motor que alimentará a la Venezuela del siglo XXI pero tengamos presente que la honradez, no solo hay que aparentarla, sino también practicarla.

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