PDVSA, la caja de los machetes.

Por Miguel Ernesto Salazar.

Un prefacio necesario.

“Y lo último en orden, más no en importancia, el contar con una empresa tan poderosa como Pdvsa, además de la propiedad nacional sobre los hidrocarburos, dota a Venezuela con su más consistente carta de negociación en el escenario mundial. Sin ellas, la precariedad de nuestro país sería más evidente en esos escenarios.

Es esta la razón estratégica, como Estado y como Nación, por la cual hemos rechazado sistemáticamente toda idea de privatizar, aun cuando sea parcialmente, Pdvsa.

Ahora bien, si bien es cierto que la tendencia histórica de la renta es hacia la declinación en un mundo caracterizado por nuevos y colosales impulsos de la integración capitalista mundial, ello es una causa más que suficiente como para trazar nuevos rumbos a la economía nacional, comenzando por su política de hidrocarburos.

El gran desafío que se nos plantea es el de transitar exitosamente el arduo camino de las políticas puramente rentistas, hacia políticas no solo de precios que representan la envoltura mercantil de la renta, sino de mayor valor agregado nacional, tanto en el mercado interno como en su proyección internacional.

Es así como entendemos el tránsito del rentismo a la producción en la campo de los hidrocarburos. El desafío consiste, además, en penetrar y expandir nuevos mercados para colocar una creciente masa de productos, posibilidad está que, tomando en cuenta nuestras reservas probadas y probables de hidrocarburos, se proyectan más allá de los cien años.”

“La apertura petrolera y la política económica venezolana”, articulo de Alí Rodríguez Araque publicado en el diario Economía Hoy (1995).

De una relación entre el Estado Venezolano y las concesionarias a comienzos del siglo XX hemos ido transitando de manera paulatina a una visión donde el Estado Venezolano establece un vínculo de negocios alrededor de la propiedad del recurso natural, en este caso sobre el petróleo. De esta manera sobre la industria petrolera venezolana a lo largo de un siglo las miradas han estado puestas sobre quien ostenta la propiedad sobre las actividades que esta genera. Veamos incluso que en pleno inicio del siglo XXI, para ser más precisos, este año 2023, en medio del reacomodo de la correlación de fuerzas en el seno de la oposición, este tema forma parte del debate. Recientemente María Corina Machado expresaba a viva voz lo que otros disimulan en sus discursos: “Hay que privatizar PDVSA”.

A principio de la década de los 40, cuando Venezuela experimentaba una transición hacia un modelo democrático después de décadas de hegemonía gomecista y de las compañías extranjeras que usufructuaban los recursos provenientes del subsuelo, acumulaban grandes capitales y moldeaban la voluntad de los gobiernos en Latinoamérica, a la llega al poder de Isaías Medina Angarita, se entabla una diatriba para lograr mejoras en la participación del Estado Venezolano en la actividad petrolera, es así como se inicia el debate en torno a una nueva Ley de Hidrocarburos. Angarita envía una carta a su homologo Roosevelt, presidente de los EE.UU. informándole que el gobierno venezolano estaba decidido a proceder con la reforma, con o sin la colaboración de las compañías norteamericanas, las cuales controlaban entonces el 64% de la producción venezolana. 

Hagamos memoria, dos años después a la promulgación de la reforma a la Ley de Hidrocarburos (1943), al general Isaías Medina Angarita, los adecos encabezados por Rómulo Betancourt en alianza con un sector militar liderado por Marcos Pérez Jimenez le darían un Golpe de Estado (1945). Por años la historiografía adeca ocultaría el golpe tras el eufemismo de la “Revolución de Octubre”. Sobre esta reforma, señala Bernard Mommer: “El Estado, como soberano y como dueño del recurso natural, fue equiparado, en todos sus aspectos, tanto en sus deberes como en sus derechos, con el Estado estadounidense en tierras federales; lo mismo vale, mutatís mutandi, para las compañías”. Contra esta afirmación atentaron los adecos y los militares pro yanquis en el 45.

Décadas más tarde, la actividad petrolera seria nuevamente epicentro de la disputa por el poder pero esta vez a una escala global, en 1961 se crearía la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de la mano del Estado Venezolano, en especial bajo la idea de Juan Pablo Pérez Alfonzo. Un fragmento de la declaración política inicial de la OPEP nos da cuenta de la compleja situación a la que se exponía los EE.UU en pleno comienzo de la Guerra Fría y en su esfuerzo por establecer la hegemonía mundial: “(…) el derecho inalienable de todos los países a ejercer una soberanía permanente sobre sus recursos naturales, en el interés de su desarrollo nacional, es un principio de derecho público universalmente reconocido y ha sido reafirmado repetidamente por la Asamblea General de las Naciones Unidas.” 

Desde aquel momento la OPEP se convierte en objetivo para los intereses globales de los Estados Unidos y sus gobiernos, tanto Republicanos como Demócratas. Hace un año en el Congreso de los Estados Unidos senadores de ambos partidos (Demócratas y Republicanos) introducían la Ley proyecto “No a los cárteles productores y exportadores de petróleo” (NOPEC). Uno de los senadores, el demócrata Chuck Schumer declaraba a la prensa: “Estamos estudiando todas las herramientas legislativas para hacer frente de la mejor manera posible a esta acción atroz y profundamente cínica, incluido en el proyecto de ley NOPEC”. Esto en referencia sobre la posición asumida por Arabia Saudita en su momento de recortar la producción petrolera 2 millones de barriles diarios. No perdamos de vista, quebrar a PDVSA, disolverla, tiene sus efectos inmediatos sobre la OPEP.

La crisis económica de 1983, antesala para la crisis política de 1989 y el quiebre de la Cuarta Republica a raíz de la prisión de Carlos Andrés Pérez, también afecto a la industria petrolera a la cual el gran capital fijo su mirada para desmembrarla y colocarla al servicio de las grandes compañías petroleras transnacionales. PDVSA quedo sujeta de esta manera a dirimir sus controversias en el marco de arbitrajes internacionales, dando paso a lo que se denominó, “la apertura petrolera”.

A la llegada al poder del Comandante Hugo Chávez por la vía electoral en el año 1998, a PDVSA se le daría el estatus constitucional a través de la promulgación de la nueva Constitución: “(…) el Estado conservará la totalidad de las acciones de Petróleos de Venezuela, S.A., o del ente creado para el manejo de la industria petrolera, exceptuándola de las filiales, asociaciones estratégicas, empresas y cualquier otra que se haya constituido o se constituya como consecuencia del desarrollo de negocios de Petróleos de Venezuela, S.A.”

A este acontecimiento histórico le sucederían un conjunto de acciones que se materializaron primero en el Golpe de Estado contra el recién conformado Gobierno Bolivariano (2002) con la participación decisiva de empresarios venezolanos, los Estados Unidos, un grupo de oficiales militares y sectores vinculados a PDVSA. A finales de ese mismo año y comienzos del 2003, Venezuela sería sometida a un paro petrolero organizado por la elite gerencial de PDVSA que tendría como objetivo concretar lo que no pudo hacerse en abril del 2002: “El monto de las pérdidas por ventas no realizadas llegó a 14 mil 430 millones de dólares aproximadamente, lo cual motivó una disminución de un monto cercano a nueve mil 998 millones de dólares en la capacidad contributiva de PDVSA y sus filiales al fisco nacional.” (Información del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores).

Si queremos ver un poco más las dimensiones que adquiere PDVSA para la dinámica de la sociedad venezolana valdría reseñar un pregunta formulada por Asdrúbal Batista, “¿cuál es el camino seguido en Venezuela para que la Economía Política, en lo atinente al petróleo, reclame como suyo un espacio que perteneció desde siempre a la Geología? (…) ¿para quién es importante el recurso petrolero cuando se decide extraerlo del subsuelo donde estuvo por eras sin fin?”. Entonces cómo concebimos los recientes acontecimientos que giran en torno a PDVSA. Circunscribirlos solo al hecho de la corrupción es ver solo un espacio en ese vasto bosque. Coloquemos esta máxima a la cual le hemos tratado de analizar desde los antecedentes en la Venezuela contemporánea para entender qué se juega sobre PDVSA, y que no supone otra cosa que la disputa por el poder.

En marzo del 2015, el presidente Barack Obama emitió la orden ejecutiva 13692, para permitir la ejecución de la ley de Defensa de los Derechos Humanos y la Sociedad Civil en Venezuela. Trump continuo con la política demócrata sobre Venezuela colocándoles la guinda a la torta, imponiéndose de esta manera sanciones contra PDVSA: Prohibición de acceso al mercado de deuda y accionario de EE.UU., prohibición a estadounidenses de realizar transacciones relacionadas a criptomonedas emitidas por el gobierno venezolano, deuda u oro venezolano, bloqueo de propiedades de PDVSA bajo jurisdicción estadounidense prohibiéndose a ciudadanos estadounidenses realizar transacciones con PDVSA” y finalmente el robo de CITGO a través de la intermediación de la oposición venezolana. Hace unas semanas, el propio Joe Biden, declararía a través de un comunicado emitido por la Casa Blanca: “La situación en Venezuela continúa representando una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos. Por lo tanto, he determinado que es necesario continuar con la emergencia nacional declarada en el Decreto Ejecutivo 13692 con respecto a la situación en Venezuela”.

Según declaraciones del Fiscal General de la Republica, Tarek William Saab, “un vocero del Departamento de Estado informó que Estados Unidos, ha entregado a la oposición venezolana la cifra de US$2.700 millones”. «En 7 años, Venezuela perdió 99 de cada 100 dólares que ingresaban al país”, termina de informar el Fiscal para entender las dimensiones de lo que sobre Venezuela se ha pretendido hacer.

Por supuesto que más de 3 .000 millones de dólares robados a la nación generan arrechera para no adornar la rabia que el venezolano de a pie manifiesta en cualquier espacio, ese mismo que con sacrificio supera día a día la arremetida especulativa, pero pensar que esto solo se trata de un grupo de personas que amasan fortunas y acumulan capital a través de la corrupción aprovechándose de la renta petrolera para darse la gran vida es mirar solo un pequeño espacio de lo que verdaderamente esta detrás de un puñado de corruptos. Nosotros estamos convencidos que esto es  tan solo una de las aristas de un plan dirigido desde Washington para aniquilar el Proyecto Bolivariano. Así como estamos convencidos que Rafael Ramírez, expresidente de PDVSA no ha actuado a modus propio.

Hace tan solo unas semanas atrás el Presidente Nicolas Maduro advertía: “Siempre surgen fuerzas disolventes (…) que pretenden desdibujar el camino de la resistencia de la revolución, que pretenden aprovecharse de las dificultades (…) el pueblo les tiene que decir muy claramente, no a las fuerzas disolventes (…) y cuidar la unión política, la unión ideológica, la unión espiritual, la unión moral de nuestro pueblo”. Y esta en lo correcto, las “Fuerzas Disolventes” actúan en varias direcciones y en diferentes niveles.

No podemos dejar de recordar como en el pasado reciente, el otrora Jefe del Comando Sur, Almirante Kurt W. Tidd, diseñaba el “Golpe Maestro”, “Masterstroke”, que entre otras cosas planteaba: “Incrementar la inestabilidad interna a niveles críticos, intensificando la descapitalización del país, la fuga de capital extranjero y el deterioro de la moneda nacional, mediante la aplicación de nuevas medidas inflacionarias que incrementen ese deterioro.” O como no mencionar las palabras del El ex-embajador de Estados Unidos en Venezuela, William Brownfield: “si vamos a sancionar PDVSA se sancionará a toda la población, es mejor acelerar el colapso completo aunque cause mucho sufrimiento». O la idea de la actual Jefa del Comando Sur, Laura Richardson ante la pregunta, ¿Por qué es importante esta región?, y su respuesta: «Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, que el 60 % del litio del mundo está en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile (…) las reservas de petróleo más grandes, incluidas las de crudo ligero y dulce descubierto frente a Guyana hace más de un año (…) Tiene los recursos de Venezuela también, con petróleo, cobre, oro (…) la importancia del Amazonas, «los pulmones del mundo»; (…) el 31 % del agua dulce del mundo».

Disolver, quebrarle el espinazo a PDVSA es una cuestión vital para los Estados Unidos y para ello empleara todas las opciones que tenga sobre la mesa. Incluso valerse de sectores dentro del propio Chavismo que han construido una especie de clan entre los escombros de la burguesía parasitaria que prepara el zarpazo para la toma del poder con el objetivo puesto en una transición que borre de la memoria colectivo al proyecto histórico moldeado a partir de las ideas de Bolívar y su concreción política en la Revolución liderizada por Chávez y ahora por el Presidente Nicolás Maduro.     

Parafraseando a Asdrúbal Bastita al citar a Hegel, “el equilibrio general entre poderes (el político y el económico), así como equilibrios locales o parciales dentro de los poderes, a saber, la denominada separación de los poderes del Estado, de una parte, y la competencia económica, de la otra”. La Revolución Bolivariana le ha dado un sentido histórico a este equilibrio para colocar a Venezuela en otro nivel de desarrollo e inclusión en un mundo que cada vez gira hacia la multipolaridad. Es aquí donde está el objetivo de Washington y sus aliados en Venezuela, el cual se empeñan en acometer; quebrar, disolver, el equilibrio político y económico perfecto para el bien común del pueblo.

Finalmente, ¿No genera suspicacia que el portavoz de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, afirme el pasado martes que Estados Unidos declare: «Apoyamos los esfuerzos para acabar con la corrupción, incluidos los de Venezuela, y vamos a seguir atentos a la situación mientras continúa en desarrollo»? Cuando tu enemigo te alaba pon tus barbas en remojo.

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