Sin Pueblos No Hay Cambios… Ni Hay Paz.

Por Miguel Ernesto Salazar.

Ayer 7 de mayo, en Colombia, el Presidente Gustavo Petro convoco a una movilización nacional “Por salud, pensiones, estabilidad laboral. Contra la impunidad”. Petro acude nuevamente a donde reposa su mayor fortaleza, esa fuerza que le hizo posible llegar a la Casa de Nariño, victorioso y empuñando la espada del padre común, Simón Bolívar. La calle vuelve hacer el escenario para defender la victoria conseguida y las políticas (la reforma de salud y pensión que golpea a los banqueros, la reforma al Código de Minas, la Ley de Educación Superior, entre otras) destinadas a desmontar el Estado Narcoparamilitar imperante en Colombia que avanza en su objetivo de derrocar al Gobierno del Cambio.

A Petro no le perdonan por ejemplo que el cambio de la cúpula de las Fuerzas Armadas y de policial haya impactado sobre las rutas del narcotráfico en las regiones de Cauca y Putumayo. Desde la Casa de Nariño, la orden es clara, “es incautar el máximo nivel y cantidad de cocaína que se exporta (…) destruir las economías ilícitas desde la Presidencia de Colombia juega como un pilar fundamental también para construir la paz, para acortar los tiempos de la muerte”, señalaba el Presidente Petro en un acto con la Armada Nacional Colombiana, durante la ceremonia de ascensos de 96 oficiales navales, realizada en la Escuela Naval de Cadetes “Almirante Padilla” de Cartagena. Incluso el Gobierno del Cambio ha fijado meta en la incautación de drogas para el 2023: «la Policía asumió el compromiso de incautar 381 toneladas (de cocaína); y las Fuerzas Militares, 452 toneladas; para un total 834 toneladas». ¿Qué representa en la economía que sustenta el Narcoestado, la incautación de 834 toneladas incautadas? ¿En cuántos dólares se traducen estas incautaciones para quienes han atesorado el poder en Colombia durante décadas gracias a las actividades del narcotráfico? En el 2021, el colombiano Felipe Tascón Recio, hoy Director de la Dirección de Sustitución Voluntaria de Cultivos de Uso Ilícito, escribió un artículo publicado en puebloenarmas.com, tituladoNarcoestado en Colombia ¿Cómo superarlo?”, en aquella oportunidad Felipe Tascón nos indicaba que “el precio FOB de la cocaína colombiana es USD 13,200 por kilo. Es esta la cifra que hay que multiplicar por la producción nacional de cocaína, la cual en el 2020 es de 1,010 T según el gobierno norteamericano, de donde a Colombia le ingresan 13,332 millones de dólares anuales. Pero al mismo tiempo las Naciones Unidas hablan de una producción superior de 1,228 T, así resulta un aporte de la cocaína a la economía nacional de 16,209 millones de dólares.”. Debemos también precisar que la situación ha cambiado en estos últimos tres años, los carteles mexicanos son ahora los jefes de jefes y en consecuencias estas cifras aportadas por Felipe Tascón han sufrido una variación con proyección hacia la baja.

Tengamos entonces claro, el Gobierno del Cambio con Gustavo Petro a la cabeza no solo ha desplazado del poder político a las fuerzas conservadoras ligadas principalmente al uribismo sino que está golpeado a un sector ultraconservador en Colombia que conquisto el poder y acumulo riqueza.

A esto debemos sumarle la crisis de coca, ¿Crisis estructural o un fenómeno coyuntural?, por la que atraviesa en la actualidad las actividades económicas ilícitas vinculadas a esta, como lo es las serias dificultades para en la compra de hoja de coca o incluso de pasta de coca.  ¿Será cierto que está presentando un cambio en los gustos y hábitos de consumo de determinadas drogas en el principal mercado de consumidor como los Estados Unidos? Lo cierto es que esta crisis estructural o fenómeno coyuntural, está causando una crisis social, económica y humana, en los territorios que tradicionalmente han estado vinculados al cultivo la hoja de coca. En el artículo citado anteriormente de Felipe Tascón Recio, proporciona otro dato interesante para indicarnos como esta crisis estructural o fenómeno coyuntural ha impactado también sobre la pobreza en Colombia. Para el 2020, “el aporte de la cocaína al PIB oscila entre el 4,91 y el 5,97%”, siendo de esta manera uno de los pilares que sostienen el capitalismo colombiano. Y como recientemente señalaba el hoy jefe de la Dirección de Sustitución Voluntaria de Cultivos de Uso Ilícito, “no se trata de cambiar una mata por otra, sino de cambiar y transformar las economías”.

Sobre Gustavo Petro, el Gobierno del Cambio y el pueblo movilizado el miércoles en toda Colombia, avanza bajo el mamparo de la institucionalidad colombiana (Fiscalía y Procuraría) la estrategia del “Golpe Suave” o como la definió el Comandante Chávez, la “Mecha Lenta”. Prender la mecha, una larga, para que en cualquier evento cualquiera, sirva para continuar manipulando a algunos sectores, envenenando a otros a través de permanentes campañas mediáticas, a través de los rumores, de la mentira”, que permita socavar las bases de apoyo con las que cuenta Gustavo Petro. La movilización de ayer muestra claramente que este sector de la oposición ligado al gran capital colombiano no la tendrá fácil en su objetivo de frenar el cambio en Colombia.

Una declaración del Alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, colocan en contexto la “estrategia mecha lenta” en Colombia: “La ultraderecha en Colombia ha renunciado a las vías democráticas y hoy está buscando a todo dar un golpe, no vamos a permitir ni golpes blandos ni golpes duros en Colombia (…) Cuente señor Presidente con que lo vamos a defender usted a la democracia y la gobierno del cambio”.  Un tuit del propio Presidente Gustavo Petro da cuenta de los componentes de esta “estrategia de mecha lenta”: “A propósito, ¿se han dado cuenta de que le están quitando los votos de los congresistas del Pacto Histórico suspendiéndolos con órdenes administrativas? Es decir, están cambiando de facto la representación política en el Congreso que el pueblo eligió. Le quitaron al Pacto la presidencia del Congreso y ahora sus votos. Es el golpe blando.

Una misiva, titulada “Un golpe suave está en marcha en Colombia”, suscrita entre otros más de 400 líderes de izquierda, por Noam Chomsky, el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, el jurista español Baltasar Garzón, el británico Jeremy Corbyn y el excandidato presidencial francés Jean-Luc Mélenchon, señala que la institucionalidad en manos del uribismo, se han estado organizando para restaurar un orden marcado por la desigualdad extrema, la destrucción del medio ambiente y la violencia patrocinada por el Estado”.

Recordemos que a este intento de derrocar al Gobierno del Cambio a través de la “legalidad” le ha antecedido él empuje de sectores de la reserva militar, encabezada por Eduardo Zapateiro: “¡Soldados! Jamás olviden que los colombianos nos han llevado y seguirán llevando en su corazón. Y de allí jamás nadie, óigase bien, nadie nos podrá sacar. ¡ÁNIMO!… y recuerden lo que somos… Custodios de la Constitución y la Ley”. En aquella oportunidad, Petro recurría a su fiel aliado, a la calle, desde el balcón de la Casa de Nariño, el escenario dispuesto fue el Balcón de la Casa de Nariño, dispuesto para la conmemoración del Primero de Mayo, donde señalo: “Este lugar lo queremos consolidar como un punto de comunicación sincera entre el Gobierno y el pueblo colombiano. (…) El 1 de mayo se había vuelto un rito pero había perdido su significado, hasta que el expresidente Alfonso López Pumarejo, que siendo miembro de una de las élites más ricas del país, decidió una transformación social profunda a nombre del Partido Liberal, que era profundamente progresista. López Pumarejo salía a este balcón a hablar con el pueblo y a trazar una alianza con la base obrera, ese ejemplo lo hundieron en medio de la violencia y le intentaron dar un golpe de estado, paralizaron las reformas, las masacres, el terror sobre el pueblo campesino, hasta que asesinaron a Jorge Eliécer Gaitán que quería la revolución en marcha y desde ahí siguió esta violencia que no termina«.

La movilización popular en medio de la tempestad desatada por las viudas del Narcoestado colombiano, fue un total y rotundo éxito. En cada rincón de Colombia quienes apuestan a la transformación del Estado y a la paz, como pilar central para los cambios necesarios que requiere la sociedad neogranadina, alzaron su voz de rechazo al “Golpe Suave” y de apoyo al Gobierno del Cambio; Bogotá, Cúcuta, Medellín, Cali, Buenaventura, Barranquilla, Sincelejo, Montería, Pereira, entre otras ciudades y pueblos de la extensa geografía colombiana. Petro lo sabe, El pueblo saldrá de cada calle, vereda y municipio a defender, con manos limpias y sin violencia, el mandato popular”.

A Petro, al Gobierno del Cambio, al Movimiento Popular que labra en la calle el cambio y la paz de Colombia, los pueblos de Nuestra América no deben dejarlo solo. La integración de América Latina y el Caribe no será posible sin la participación protagónica de Colombia.  Quienes se ven amenazados por quienes retoman las calles de Colombia en busca del cambio profundo y una paz duradera no descansan en su esfuerzo por impedir lo que el pueblo bolivariano está por hacer, queda ahora desde la fuerza popular y de calle apoyar a la bancada del Pacto Histórico en el Congreso Colombiano para que haga posible las reformas y transformaciones necesarias para sentar las bases de la nueva sociedad, sustentada sobre la paz pero “con ojos abiertos”.  

Nota final: Al terminar este escrito, Gustavo Petro estará atravesando el Caribe en su viaje a Cuba para encontrarse con el Comandante Antonio García y las delegaciones del Gobierno del Cambio y del ELN, para la firma de un acuerdo de cese al fuego en el marco de la mesa de negociación que adelanta el Gobierno de Petro con la Insurgencia Colombiana.  Esperemos que quienes se han manifestado en las calles de Colombia por el Cambio partícipe activamente en los problemas del país neogranadino de acuerdo a los mecanismos que ambas partes dispongan para construir la paz con justicia social.

“Y oír en la voz del pueblo un canto de mi tierra, yo quiero cambiar la guerra por paz y amor…”, la letra que adorna la voz de Nando Marín, uno de los grandes maestros del vallenato, es el anhelo del pueblo que retoma la calles de Colombia y de los pueblos de Nuestra América que llevan consigo la utopía bolivariana.

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